Lluvia y sol sobre la Base de Rota.


La orientación deportiva rara vez nos deja impávidos. Entusiasma, agota, te hace crecer, te enfrenta a tus miedos y, siempre, sales crecido de la experiencia. Aunque a veces tardes unos días en clarificar el dato.
Ayer, en el Campo Colón de entrenamientos de la Base Naval de Rota, algunos de nuestros compañeros del Club tuvieron que afrontar un tramo final de carrera bajo un inaudito chaparrón de mayo, hasta tener que abandonar, de mejor o peor grado, porque aquello se puso imposible.
Alguna corredora de nivel tuvo que aceptar con una sonrisa que la lesión de su pierna recomendaba pasear bajo el pinar, pero no competir a muerte. Y paseó, con una sonrisa.
Algún novato de Veteranos supo llegar a meta, recorrido completo, con la mueca de satisfacción del trabajo terminado. Y mostrando el colmillo de lo que está por llegar.
Y otro puñado, para no aburrir con los detalles, fueron desgranando el tarro de las esencias para satisfacción de propios y extraños, cada uno en lo suyo. Y si no, que le pregunten a los portadores de las medallas.


Echamos de menos a los que no pudieron ir, pero los que fueron cerraron muy bien nuestra mejor temporada.
Enhorabuena.


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